martes, 25 de agosto de 2009

MI VERSIÓN DE CAPERUCITA ROJA

Érase una vez, no hace mucho tiempo, en una pequeña casita en la afueras de Medellín vivía una niña de doce años, llamada Mariana, Su familia era humilde, su madre era modista y su padre mecánico de profesión.
A la niña la llamaban Caperucita Roja, ya que casi siempre llevaba un viejo chaquetón de color rojo como el tomate.
Un día, su madre le dijo que, que su abuela se había caído en el baño y estaba muy enfermita, que después del colegio fuera a su casa y que le llevara un ramo de rosas, unos bombones y un poco de dinero para poder comprar unos remedios que necesitaba.
Antes de salir de casa, la madre le dijo a Caperucita, que no hablara con ningún desconocido en el bus y que tuviera cuidado al pasar las calles, La niña asintió y colocó las cosas en una pequeña mochila.
Salió de casa toda contenta, escuchando música en su celular que se había ganado en una rifa en el colegio, cuando se paró a atarse un cordón de su bota, que estaba desabrochado. Al subir la cabeza, se encontró con un hombre calvo, grande, con unas largas barbas, y fumando un cigarrillo.
El hombre le dijo hola, y ella, toda confiada, le dijo: -Hola, ¿quién es usted?-. Hablaron durante unos minutos y el señor le dijo que si quería que la llevaría en coche a donde quisiera ir. Caperucita contestó que no, porque iba a casa de su abuelita que vivía en una urbanización llamada Piamonte en Bello.
Cometió un grave error al decir eso...
Sin decir nada, el hombre cogió su carro y se dirigió rápidamente a la urbanización que le había nombrado la niña. Al llamar al timbre solo tuvo que decir:-Soy Mariana para que la inocente abuela que ya la esperaba le abriera.
Enseguida, el hombre subió las escaleras y se dirigió hasta donde la abuela que estaba en la cama, y le preguntaba que ¿donde tenia la plata de la pensión?, que el la había visto, cobrando en el banco y que era quincena.
Él comenzó a buscar por aquel humilde pisito, pero no encontró nada. Entonces pensó en amenazar a Caperucita Roja cuando llegara.
Al cabo de un rato, sonó el timbre. Era Mariana. El hombre cogió el citófono y dijo con voz distorsionada:-pasa hija, ¡pasa!
La niña enseguida se presentó allí, y lo primero que vio fue a su abuelita tirada en el suelo amarrada de pies y manos . Se asustó muchísimo. Entonces salió el hombre y le dijo a Caperucita Roja:
- O me dices donde está el dinero o mato a tu abuelita...
- ¡Ahh! No, por favor... Creo que está en el cajón del tocador.
- Más te vale niña, porque como no sea así, te mato a ti y a esta vieja.
El ladrón miró y allí solo había monedas sueltas.
-Muuuuy bien niñitata, ¡vete despidiendo de tu abuela y de la vida!
-¡Ag, no, ahh, sniff, nooo, no me mates!
Mientras, pasaba un vigilante de la unidad dando ronda y escuchó los gritos de Caperucita. Subió las escaleras a toda prisa, tiró la puerta al piso y allí vio a la abuela inconsciente y a Mariana , a punto de ser asesinada por el ladrón con una pistola. El vigilante fue rápidamente a la cocina, cogió un cuchillo y se lo clavó en la espalda. Acto seguido, llamó a la policía que llegó enseguida.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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