lunes, 10 de agosto de 2009

EL PRIMER DÍA DE JUAN CON LAS BASURAS

EL PRIMER DÍA DE JUAN CON LAS BASURAS
Por: santiago correa Jaramillo

Ese día, a las 4 de la mañana me enfundé un uniforme verde con amarillo, me puse unos guantes, una gorra, un chaleco reflectivo, unas botas machita y un tapabocas; me monté en uno de los 32 camiones que tiene Ciudad Limpia y fui, por primera vez, uno de los 393 funcionarios que dedicamos todo nuestro esfuerzo laboral a que podamos levantarnos en una ciudad sin basuras.

El primer día de Juan Álvarez García como recolector de basuras, fue un día que partió sus vida en dos al tener que enfrentarse a un trabajo que le producía asco y frustración. Había quedado sin trabajo por un recorte de personal en una empresa textil. Tenía una familia que alimentar y a Sara con 8 meses, la última de sus tres hijas razones suficientes para aceptar el trabajo.
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Haga la cuenta de lo que en su casa botaron ese día, dijo Juan con un tono de voz enérgico. Y a eso súmele todo lo que pudieron botar los millones de personas que viven en Medellín. El día que fue a cumplir su primer turno como recolector de basuras, entendió una cosa fundamental: “que la ciudad puede soportar, con traumatismos pero decisión, un paro de transporte, pero sería incapaz de soportar un paro de recolección de basuras.”

El trabajo consiste en esto: mientras el conductor va parando en cada esquina, quienes recogemos las basuras las depositamos en la parte trasera del camión. Así, una y otra vez, hasta que cuadra por cuadra la ciudad queda libre de cualquier bolsa de basura. Es una carrera no solo contra los desperdicios, sino contra el tiempo. Y para aumentar la velocidad de recolección, cada uno va desarrollando estilos: más de uno se trepa al camión cuando va en marcha, y casi todos suelen lanzar las bolsas sin que el carro se detenga del todo.

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